Relatos

Tocados por los dioses

La acción de escribir siempre ha estado ahí.

Hay quienes se sientan con papel y lápiz en mano a crear mundos, líneas y futuros. Yo no soy una de esas personas. Lo que estuvo y lo que viene es la recopilación de años de textos que de alguna forma u otra han vuelto a vivir o morir.

Sin darme cuenta a lo largo de varios años he creado un monstruo que hasta hace relativamente poco me he decido a encarar. No escribo largo, jamás lo he hecho pero entre fragmentos de personajes sin nombre, lugares mágicos y realidades torcidas por la magia de lo cotidiano he creado lo que los gringos llaman: universo.

Yo simplemente no le llamo, sólo se que ya no es un monstruo oculto bajo mi cama. Pero los nombres importan. Nombramos aquello que amamos y odiamos, todo necesita un nombre. Así qué haciendo de tripas corazón he elegido un nombre.

Tocados por los dioses.

No es la gran cosa y alguno ya lo habrá escuchado antes, pero es lo que creo adecuado. No quiero explicar los motivos porque si lo he hecho bien ustedes los averiguarán por su cuenta si me acompañan en la aventura de recopilar todo aquello que he creado en los buenos y malos días de los últimos… bueno bastantes años.

Podría empezar esta serie de entradas con un relato fuerte, grande y de esos que la gente considerada atractivos. Pero la verdad es que no me da la gana. Quiero empezarlo por esos fragmentos que me hicieron darme cuenta de qué tal vez si que había algo aquí que podía llevar más allá si no fuera tan cobarde para terminarlo.

Y aunque aún sigo siéndolo, por algún lado se debe empezar a dejar de serlo. Así que para empezar este montón de cosas sin aciertos y con mucho desorden voy a comenzar con los fragmentos de vida de Alex Valdez. El primer personaje con nombre y apellido, con su historia que me hizo poder darle cierto orden al resto.

En el blog ya hay dos cosas donde el es protagonista en su juventud cuando aún no encontrabas su camino: Tetonalli y Deseo tu corazón . Hoy les dejo otro fragmento de su vida. Uno sin nombre, uno que es solo un instante donde se pregunta a donde llevará la obscuridad. (Y que es el punto intermedio entre los relatos anteriores)

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Relatos

Primer encuentro |Relato

Antes de empezar una breve explicación. Hace un tiempo qué pasó tiempo demás en Discord (tristemente no en mi server porque está más muerto y abandonado que mis metas en la vida). Hay uno especial donde están algunas personas que escriben.

Es en ese donde alguien comentó que leía como un personaje se encontraba con su autora. Y esto se escribió solo. No voy a desearles que lo disfruten porque no estoy muy segura de que sea entretenido para quien no sepa de que personaje estoy hablando porque no lo especifico en ni un momento, pero el intento se hace.

Primer encuentro

Te esta observando ¿lo sabes? Por supuesto que si. Has descrito por páginas enteras la mirada con que ahora te recorre desde los tenis rotos a la punta de las greñas mal cortadas. Deberías inquietarte, sabes bastante bien que solo hay tres opciones con ese hombre: parecerle interesante y tardar en morir, simplemente morir o hacerte indispensable.

Técnicamente estas dentro de la última opción, sin ti no existiría. Cuando suspira y deja escapar un bufido, que suena a risa de villano de caricatura del canal cinco, por fin sueltas el aire que estabas conteniendo involuntariamente. Alborotas tu cabello verdoso y secundas la risa.

La tensión se disuelve y sus pasos se arrastran por el piso lleno de envolturas de caramelo y grafito. «Deberías barrer», musita observando el desastre y levantando un lápiz que ha caído desde la mesa «Limpia tu, te hice muy bueno para eso», le respondes dándole palmadas al asiento junto a ti. En la vida real ni de broma podrían caber en tu sillón librero, pero dentro de la imaginación pueden fingir que es amplio y no está lleno de libretas en lugar de fantasías encerradas en tintas.

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Relatos

Recetas Magicas III: Para cuando el cielo llora | Relato.

Esto ya es mas relato y menos receta. Sigo viva aunque no parezca. A lo que me traje yo, porque lo que hago aquí no es culpa de Chencha.

Para cuando el cielo llora

«Acaso quieres envenenarme», te preguntó mirándote desde el suelo con la sonrisa en los ojos y el lodo manchando su mejilla. Habían estado recogiendo champiñones y setas para la cena. La humedad del bosque era perfecta en esas épocas del año. 

Lo miraste con una mueca entre divertida y resignada, sus comentarios sobre la muerte eran habituales. Poco a poco te habías acostumbrado a escucharlo hablar sobre fantasmas en el baño, susurros entre los árboles y cadáveres bajo tierra. 

Con un movimiento de la mano rozaste sus cabellos, esperando que se pusiera de pie. Sí habías tomado un par de hongos no comestibles ¿y qué?, serían una buena decoración para el terrario que deseabas construir. Le diste vueltas entre las manos al pequeño tallo preguntándote si sería uno de esos que podrías comer y alucinar. 

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Relatos

Deseo tu corazón |Relato

¿Se acuerdan de ese otro relato que les presente de mi OC del rol? Ese que se llama Tetonalli. Hoy les traigo otra parte de su historia. En este ella está un poco más grande. Voy a irles subiendo su historia una entrega o dos por mes aún ni lo decido. No se si esto les guste tanto como la de Tlaloc o si les interese por lo menos la mitad, pero a aquella no le voy a seguir en un tiempo y esto es lo qué hay.

Tocada por los dioses

Estabas harta de los gritos y que te llamasen mentirosa. De las pastillas con colores vibrantes que te hacían tragar a ver si funcionaban y solo embotaban tus sentidos. Comenzaste a mentir con todos los dientes y escupir el medicamento en el baño. Tenías cinco años tragandote esas mierdas, temiendo los rumores de otros sobre gritos y electricidad recorriendo tu cuerpo. Te había considerado loca por un tercio de tu vida.

No lo estabas, sí, te habías reído en el patio de un chiste que el abuelo te estaba contando para relajarte antes del examen de matemáticas, pero escucharlo no era signo de que te faltaran dos tornillos. Aún no sabías porque tu madre insistía en que debías ir a sentarte durante dos horas todos los jueves a echarle mentiras al psiquiatra. También estabas harta de ella, peleaba con la abuela día sí y día también sobre tu futuro. Una decía que no era normal, la otra que era cosa de familia.

Pero tu madre se podía ir mucho a la chingada, ella te había dejado al cuidado de la anciana cuando eras una niña y se había largado. Después de la muerte de tu padre había intentado acercarse a ti pero ya era demasiado tarde. Era una extraña que te daba regalos, pagaba las cuentas y te aseguraba que las ausencias eran por tu bien, para que nunca en la vida tuvieras que preocuparte por el dinero. Que podrías ser lo que quisieras ser. 

Mamadas. Lo que tú querías en ese momento era dejar de ir con el loquero. Todos en casa sabían que escuchabas las voces de los muertos  y platicabas con el abuelo mientras corrías por el plantio o lanzabas a los conejos los cuchillos heredados después de su muerte. Y que según tu, había sido idea de la bisabuela Martha cortarte el cabello hasta los hombros. 

La gente de la hacienda te creía, tu madre y el psiquiatra no. Pero como decían los chiquillos del capataz: tu madre es de ciudad, no sabe nada. A ella la ciega el mundo moderno y tú habías nacido como otros antes de ti en la familia: tocada por los dioses. O eso te han dicho toda la vida. Y lo crees, a estas alturas de tu corta vida no puedes pedir más que siempre tener quien vaya contigo y te ayude a hacer trampa en los exámenes.

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Live Writing, Relatos

Por un Pokémon Relato

Hola, les traigo otro live writing. En esta ocasión lo hice con mi amigue Saul. Que es bien buena onda, tengo otros con él y lo que sale de trabajar juntos son cosas que me han gustado por salirse de mi zona «usual». Así que ahí va.

Por un Pokémon

Cuando al fin lograste entrar al vagón, parecía un sauna. El calor que despedían los cuerpos junto a su olor nada agradable estaban afectando tu conciencia, no querías ser una de esas chicas que terminaban desmayadas en la línea dos en las mañanas por falta de oxígeno. Rezaste a todos los santos que se te vinieron a la cabeza que te dieran la fortaleza para llegar al final del trayecto sin quedar en vergüenza. 

Te concentraste en tu respiración y lograste soportar más de la mitad, ya para el final pudiste respirar y sentarte un instante a ver fotos de pequeños perritos de tu hastag favorito en Twitter: #SuaveLomito, te encantaba. Era eso uno de tus otros vicios, ver a las mascotas de otros. Tenías más eso era obvio; como lamer las paletas solo quinientas veces, tapar tu cepillo de dientes con papel y no comerte las orillas del pan. 

Al final cuando por fin llegaste a tu destino descubriste que la micro que debías tomar para ahorrarte otra caminata larga entre calles obscuras brillaba por su ausencia, abriste la app de Uber y nada la tarifa estaba por las nubes; habías olvidado que era día de partido del América. Así que con resignación te colocaste bien la mochila, te tragaste lo que pudiste de la ansiedad y empezaste a caminar a casa. 

Mientras avanzabas y cruzabas la avenida te preguntaste si en esa ciudad crecerían las flores junto a las banquetas, no habías visto una desde tu llegada; bueno unas pintadas en el metro pero no estabas segura de que contaran realmente como las plantas que aparte de bellas daban oxígeno. Decidiste que en tu departamento querías tener una, tal vez de la misma especie que las de tu abuela para así no olvidarla con la distancia.

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