Hola, les traigo otro live writing. En esta ocasión lo hice con mi amigue Saul. Que es bien buena onda, tengo otros con él y lo que sale de trabajar juntos son cosas que me han gustado por salirse de mi zona «usual». Así que ahí va.
Por un Pokémon
Cuando al fin lograste entrar al vagón, parecía un sauna. El calor que despedían los cuerpos junto a su olor nada agradable estaban afectando tu conciencia, no querías ser una de esas chicas que terminaban desmayadas en la línea dos en las mañanas por falta de oxígeno. Rezaste a todos los santos que se te vinieron a la cabeza que te dieran la fortaleza para llegar al final del trayecto sin quedar en vergüenza.
Te concentraste en tu respiración y lograste soportar más de la mitad, ya para el final pudiste respirar y sentarte un instante a ver fotos de pequeños perritos de tu hastag favorito en Twitter: #SuaveLomito, te encantaba. Era eso uno de tus otros vicios, ver a las mascotas de otros. Tenías más eso era obvio; como lamer las paletas solo quinientas veces, tapar tu cepillo de dientes con papel y no comerte las orillas del pan.
Al final cuando por fin llegaste a tu destino descubriste que la micro que debías tomar para ahorrarte otra caminata larga entre calles obscuras brillaba por su ausencia, abriste la app de Uber y nada la tarifa estaba por las nubes; habías olvidado que era día de partido del América. Así que con resignación te colocaste bien la mochila, te tragaste lo que pudiste de la ansiedad y empezaste a caminar a casa.
Mientras avanzabas y cruzabas la avenida te preguntaste si en esa ciudad crecerían las flores junto a las banquetas, no habías visto una desde tu llegada; bueno unas pintadas en el metro pero no estabas segura de que contaran realmente como las plantas que aparte de bellas daban oxígeno. Decidiste que en tu departamento querías tener una, tal vez de la misma especie que las de tu abuela para así no olvidarla con la distancia.
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