Antes de empezar una breve explicación. Hace un tiempo qué pasó tiempo demás en Discord (tristemente no en mi server porque está más muerto y abandonado que mis metas en la vida). Hay uno especial donde están algunas personas que escriben.
Es en ese donde alguien comentó que leía como un personaje se encontraba con su autora. Y esto se escribió solo. No voy a desearles que lo disfruten porque no estoy muy segura de que sea entretenido para quien no sepa de que personaje estoy hablando porque no lo especifico en ni un momento, pero el intento se hace.
Primer encuentro
Te esta observando ¿lo sabes? Por supuesto que si. Has descrito por páginas enteras la mirada con que ahora te recorre desde los tenis rotos a la punta de las greñas mal cortadas. Deberías inquietarte, sabes bastante bien que solo hay tres opciones con ese hombre: parecerle interesante y tardar en morir, simplemente morir o hacerte indispensable.
Técnicamente estas dentro de la última opción, sin ti no existiría. Cuando suspira y deja escapar un bufido, que suena a risa de villano de caricatura del canal cinco, por fin sueltas el aire que estabas conteniendo involuntariamente. Alborotas tu cabello verdoso y secundas la risa.
La tensión se disuelve y sus pasos se arrastran por el piso lleno de envolturas de caramelo y grafito. «Deberías barrer», musita observando el desastre y levantando un lápiz que ha caído desde la mesa «Limpia tu, te hice muy bueno para eso», le respondes dándole palmadas al asiento junto a ti. En la vida real ni de broma podrían caber en tu sillón librero, pero dentro de la imaginación pueden fingir que es amplio y no está lleno de libretas en lugar de fantasías encerradas en tintas.
Trepa a tu lado como un gato dejando los zapatos a medio camino y el saco sobre la cama. «¿Qué haces?», pregunta mirando el caos reinante sobre la mesa que está frente a ustedes. Levantas el cuaderno lleno de trazos sinuosos como venas y caminos sin destino que revelan un rostro que sabes puede reconocer porque lo ha visto, tocado y deseado.
Le sonríes a la nada admirando tu obra. Has reflejado su mirada vacía dentro de una expresión picara, acompañaste su sonrisa con los colores de su chamarra favorita y ha recibido el corte de cabello que necesitaba.
«Siente demasiado», dice mientras le ve. Coincides. «Y tú demasiado poco». Es su turno de asentir pero no lo hace, se vuelve a ti con la mirada curiosa y una ceja arqueada. Quiere respuestas y tú no sabes si quieres dárselas. «No fue a propósito», dices mientras dejas el dibujo en su lugar y pasas las páginas buscando el pasado.
Ese donde el no se llamaba Theodore y a ti nadie te nombraba . «Pero eres así porque yo soy así». Y ahí está la única respuesta que puedes darle. «¿También ocupas hacerte daño para sentirte viva?», pregunta. Niegas con la cabeza. Dudas. Al final después de unos segundos le sostienes la mirada y acaricias su rostro con la punta de los dedos «Ya no».
«Tampoco matas gente», asevera. «Tu lo haces por mi», respondes empezando a reír y acercándolo a ti. Quieres rodearle con los brazos y saber si realmente huele como imaginas, si su piel es tan fría como la describes y si los latidos de su corazón rebotan tanto como los que extingue cuando lo necesitan. «A mi me enseñaron que no hacer sin romperme tanto en el camino. Alguien cuidó de mi. Tú no tuviste tanta suerte». El silencio se apodera de los segundos.
Se a relajado en el abrazo y sientes sus dedos trazando líneas sobre la piel desnuda de tus piernas. «El también es tu?», cuestiona acomodando más su cabeza sobre tu pecho. «Tiene todos mis muertos», respondes. Se ríe y tú con el. Uno los hace y otros los carga. No sabes si lo comprende o si dices realmente la verdad, pero quieres creer que no mientes. Al final ambos nacieron ahí, dentro de ti. Entre las palabras y los recuerdos, las nostalgias y las horas largas.
«Se parecen», dice al final. Y sabes que tiene razón, físicamente se parecen. «¿También quieres ser moreno?», le preguntas enredando los dedos en sus cabellos obscuros. Si huele a fresco y jabón caro. «No».
Apartas un poco el cuello de su camisa, quieres comprobar si han quedado marcas. Se separa y con una expresión burlona encara tu mirada. No hay necesidad de palabras, te encojes de hombros e imitas la expresión que se carga, esa que describiste después de practicarla en el espejo. Con esos dedos ágiles que encantan incautos suelta los botones, la tela se desliza sobre su piel pálida y las cicatrices que le has ido dejando aquí y allá brillan bajo la luz led de la habitación.
Las tocas una a una. «Estas no son interactivas», dice y se te sale la carcajada. «Si lo son, yo las he escrito. Yo cuento sus historias », réplicas sacándole la lengua. Tocas el espacio entre su hombro y el cuello mientras se te escapa un incrédulo: «No puedo creer que te haya mordido un tiburón».
Se carcajea y toma tu mano entre las suyas acercándola a sus labios. «Yo no puedo creer que lograras que me cogiera un tiburón», recrimina sin realmente parecer apenumbrado antes de morderte la muñeca. Una de cal por tantas de arena.
El tiempo se acaba. El hilo de sangre resbala por tu piel. Duele y la obscuridad es cada vez más tenue. «¿Quieres repetir?», le preguntas. Asiente como toda respuesta y te prometes preguntarle a Max si desea hacerlo.
En el ultimo instante. Mientras sus voces parecen susurros intercambian un último diálogo y la certeza de que nunca volverán a verse. «¿Con Atius?». Sus dedos están hurgándote en la herida. «Toda la vida mientras me haga sentir vivo».
El alba se alza y los trazos siguen ahí. Él sigue ahí. Donde siempre ha estado. Dentro de ti.
Creo que sé quiénes son los personajes, jaja. E incluso si no, esto estuvo muy interesante y sensual. Amé la dinámica y lo de las cicatrices, UFFF *se abanica*
Después te pasó de donde sale lo de las cicatrices interactivas, te va a gustar es un rolcito 😏