De la libreria, Reseñas

Mi madre |Reseña

Hace un mes, mas o menos hice un pedido a Sexto Piso con la intención de comprar Virus Tropical, pero para que valiera la pena aprovechar el código de las morras de Libros B4 Tipos le pregunte a mi madre si deseaba alguno de los libros de la editorial.

La verdad sea dicha es que mi madre rara vez lee a autores nuevos, no , rectifico rara vez quiere comprar libros de autores que nunca ha oído mencionar, aparte de que no es fan de las librerías prefiere los de segunda mano y descatalogados; a ella pertenecen casi todos los libros reseñados en la sección de «Libros de Viejo» por eso cuando escogió este dije «pos bueno» y se fue al carrito.

Ya había visto comentarios esporádicos de él, se limitaban a decir que esta bueno o que estaba triste, sin embargo a mi parecer no es así, Yasushi Inoue a lo largo de tres «escenas» nos muestra su relación, sentimientos e incertidumbre sobre el porvenir de su madre y su deterioro a causa del envejecimiento. Las escenas están narradas de forma independiente recopiladas en un tomo al que titularon: Mi madre. 

El sentido biográfico de estas escenas lo hace demasiado cercano para aquellos que hemos sido o somos cuidadores de una persona mayor. No es fácil cuidar de otro ser humano en una edad avanzada, puedo identificar en sus palabras mi día a día, el cansancio de repetir siempre la misma respuesta y escuchar la misma frase o pregunta cada diez minutos durante horas, enfrentarte a los mismos berrinches y acusaciones por cosas que cambiaron o se extinguieron incluso mucho antes de tu existencia, pero la persona ya no lo recuerda.

He vivido ser el villano, el ladrón, la criada, me han aventado cosas por la cabeza, intentado dar con un bastón, escupido la comida y un largo , etc. Pero también, he tenido la paciencia y entereza para seguir cuidando e intentando dar una vida digna, aunque por dentro este gritado de frustración viendo como se olvidan del presente e inventan su propio mundo del que tu no formas parte, pero si pagas los platos rotos.

Y cuando llega el punto de quiebre en el que deterioro es tan evidente e insostenible y las acusaciones de las personas ajenas al cuidado son tantas que te agotas mentalmente, la desesperación no hace mas que aumentar, la paciencia se agota y las enfermedades se presentan en ti,  se presenta ese momento donde puedes sentir como el acto de cuidar te drena la vida y debes tomar una decisión importante: cuidarte a ti primero.

Puede que quien no haya pasado por el proceso de ser cuidador sienta que esta aseveración es demasiado fuerte, pero es una realidad. Existe un fenómeno llamado síndrome del cuidador y esta relacionado con la muerte anticipada del cuidador y su deterioro, en especial en situaciones como la que presenta este libro donde la persona mayor padece una enfermedad crónico degenerativa. Y a aunque no muera, la salud del cuidador primario (la persona con la que vive el enfermo) se ve comprometida debido a la carga emocional, física y social que implica el cuidar de una persona enferma. (Pueden leer un poco mas de eso corto aquí y largo acá)

En esta novela veo reflejados esos problemas de forma sutil, ya que el como en la mayoría de los casos los hombres de la familia son un ente espectador que se permite especular y divagar en los porqués, siendo solo parte ocasional en los cuidados. Aunque he de admitir que el hecho de que todos los hermanos estuvieran aunque fuera minimanete involucrados en el cuidado de su madre es algo que denota su sentido de responsabilidad.

Sinceramente al leerlo y recordar partes especificas del libro puedo decir que me veo bastante reflejada en las hermanas del autor: Shigako, Kuwako. Ambas fueron cuidadoras primarias y se enfrentaron a su manera a la enfermedad de su madre. Pero, también me veo e su hija Yoshiko, yo también fui/soy como ella, tome una responsabilidad que probablemente no me correspondía, pero era la adecuada para cargarla. Ese heroísmo del «yo puedo hacerlo si ustedes no quieren«.

Y lo he hecho dos veces, la primera vez con mi abuela paterna a la que acompañe hasta sus últimos momentos y que aun en su demencia hospitalaria, de alguna forma fue capaz de reconocerme. Siempre digo que cale hondo porque nos parecíamos tanto, que por eso no me olvido. Con ella aprendí la importancia del auto-cuidado y todo lo que el cuidador puede sufrir por el hecho de serlo.

Mientras que la segunda es la mas adecuada para comparar con lo expresado por Yasushi, porque leí como habla de su madre y como va perdiendo su conexión con la realidad mientras mi abuela materna sentada en el sillón de enfrente me contaba por tercera vez en el día que ayer la vecina vino a verla. No hemos tenido visitas en meses, sus amigas están encerradas por la cuarentena.

Podría decirles todas las semejanzas existentes entre su madre y mi abuela, pasaría mas de dos mil palabras contándoles como su mente va volviéndose una maraña imposible de descifrar porque no podemos acceder a ella. Pero no hay caso, se supone que esta entrada es para hablar del libro.

Así que volviendo al texto puedo decirles que no es triste, no realmente, es difícil porque refleja una realidad que viven personas a lo largo y ancho del planeta pero no creo que el reflejara en sus palabras un sentimiento de tristeza. Su narración tiende mas a decirte que significa para él el ver así a su madre desde un punto de vista meditativo.

Te presenta posibles formas de explicar que sucede con nuestra mente al momento de envejecer y estar más cercanos a la muerte usando su propia experiencia con su madre. Plantea que es la vida de nuestros padres lo que pone un velo entre la realidad de la muerte y nuestra forma de ver la vida, donde no somos realmente conscientes de que dejaremos de existir hasta que no fallece alguien realmente cercano que rompe esa barrera.

Otra cosa que me gusta como plantea es la teoría de que olvida una persona mayor, donde se queda con lo «importante» y lo demás es algo que se puede permitir olvidar. Su teoría de la regresión de edad es algo universalmente aceptado, todos en la vejez volveremos a ser niños de una forma u otra.

Es un libro que recomendaría a otros cuidadores, los ayudara a sentirse menos solos en su camino. Tal vez incluso les saque una risa verse ahí, en plan «si, igualito cabrón» como nos paso a mi mamá y a mi con un par de pasajes que discutimos por minutos enteros encontrando verdad en sus palabras.

Pero también es un libro que recomendaría a quien no ha tenido la experiencia, para que, aunque sea de una forma sutil y ligeramente distante puedan acercarse al mundo del cuidador y dejen de romantizar el desgaste que implica la obligación (voluntaria o no) de cuidar a otro ser humano. Porque solo alguien que no ve la crudeza , sacrificio emocional y pesadez de cuidar a alguien puede decir que si el enfermo te cuenta cien veces la misma historia tu cien veces te tienes que emocionar como si fuera la primera vez.

Se que hay otros libros que tratan este tipo de temas desde otras perspectivas, los tengo pendientes y eventualmente les reseñare, pero siento puede ser uno considerado «introductorio» para aquel que desee comprender un poco más a quien tiene el trabajo de cuidar. No es difícil de leer, puede resultar un poco repetitivo con la información básica de la familia pero es por el hecho de que las tres partes que componen la lectura fueron escritas de forma independiente.

Siento que no puedo decir mas y al mismo tiempo que me falto muchísimo, pero son temas que ya no tiene cabida en esta entrada. En otra en algún futuro próximo o lejano les haré una centrada en el Síndrome del Cuidador y todos los tips para no perderte en el camino que me han enseñado las tanatologas del ISSSTE (las amo), más los que he aprendido por mi cuenta. Que de algo sirvan mis años de experiencia.

Si tu eres cuidador y estas hasta la madre, nadie en tu entorno tiene la mínima decencia de ponerse en tus zapatos para comprender la posición en la que te encuentras o tus amigos cercanos no dimensionan lo que sucede porque nunca han estado en la misma situación y se les hace ajena o que exageras y ocupas gritar mándame un tweet, yo te leo. No estas sólo.

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